Se trata de un trabajo dirigido por Paul K. Piff, del Departamento de Psicología de la pretigiosa Universidad de California, en Berkeley, Estados Unidos. Consistió en siete experimentos, algunos hechos en el laboratorio y otros de campo. Participaron 1,053 personas, del área de la bahía de San Francisco, en Estados Unidos.

En todos los experimentos se comparó el comportamiento de personas de distinto estrato social frente a las mismas circunstancias. En los dos primeros estudios los individuos de clase alta (es decir, con más dinero, prestigio profesional y nivel educativo) contravenían las normas de tránsito más fácilmente que personas de estratos menos altos: cortaban el paso a otros conductores en un cruce complicado de cuatro carriles y no cedían el paso a los peatones.

Los autores hicieron observaciones reales de lo que ocurría en la ciudad, de modo que estimaron el rango social de los infractores de las normas de tráfico en función del modelo de coche, la vestimenta y la edad del conductor. Este tendencia continuó en los otros cinco experimentos en los que las personas de clase alta fueron más proclives a tomar decisiones poco éticas, robar, mentir, engañar para ganar premios y aprobar comportamientos incorrectos en sus centros de trabajo.

Según Paul K. Piff en el artículo publicado en la revista científica 'Proceedings of The National Academy of Sciences' (PNAS), la avaricia es uno de los motores que llevan a este tipo de conductas asociales. Según los psicólogos de Berkeley, esta actitud poco ética ligada a la clase alta es independiente de la edad, el sexo, la etnia, las creencias religiosas y la orientación política.

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El estudio original (en inglés)

Información de ElMundo.es. Resumen y edición de Sophimanía

Artículo original y completo (en castellano) aquí