¡No es un pájaro! ¡No es un avión! ¡Es una libélula!, y los investigadores están usando un microchip unido a su vientre para comprender y estudiar los difíciles mecanismos de su vuelo. Las libélulas se caracterizan por capturar a sus presas en pleno vuelo. Esto requiere un control preciso de sus desplazamientos horizontales y verticales.

"Las alas de la libélula casi nadan por el aire", menciona el ingeniero electrónico Matt Reynolds de la Universidad de Duke. "Ellos tienen muchos más grados de libertad que las alas de un avión".

En la imagen vemos a Reynolds con el microchip que pesa 38 miligramos, una décima parte de lo que llega a pesar una libélula. Este aparato no interfiere con la capacidad de volar o cazar del animal. Es tan ligero porque se potencia de manera inalámbrica y además transmite datos a una velocidad de cinco megabits por segundo ¡mejor que nuestras conexiones de internet!

Reynolds está trabajando con un equipo del Instituto Médico Howard Hughes para determinar cómo es que las libélulas pueden maniobrar. Estos estudios podrán servir a los avances de robótica de vehículos voladores del futuro. La libélula tendrá 16 neuronas conectadas a electrodos que enviarán la información desde los ojos de la libélula, parecido a lo que ella recibe en su sistema de control cuando ve a su presa.

El video de alta velocidad tendrá  las señales neuronales cuando el microchip de las libélulas capture el preciso instante cuando atrape a las moscas de la fruta, dándole a los investigadores entender las leyes que usan estas maravillas con alas.

Información de NewScientist. Versión, edición y traducción de André Pareja para Sophimanía

Artículo original y completo (en inglés) aquí