Un grupo de alumnos de escuelas secundarias de Bishop, California, lanzó un ave de goma al interior de la tormenta de radiación solar más intensa que se haya registrado desde el año 2003, en marzo pasado. Para enviarla usaron un globo de helio a una altura de 36.576 metros, donde estuvo expuesta a protones solares de alta energía. El ave de goma fue bautizada como Camilla (Camila, es castellano).

"Equipamos a Camilla con sensores para medir la radiación", explicó Sam Johnson de 16 años, del grupo de alumnos de Earth to Sky, asociación interinstitucional para la investigación espacial. "En el punto más alto del vuelo, la carga útil superó el 99% de la altura de la atmósfera de la Tierra", agregó.  A partir de esta experiencia Camilla se ha hecho popular entre todos los entusiastas del espacio, es la mascota del Observatorio de Dinámica Solar de la NASA. ya tiene más de 20 mil seguidores en la redes sociales, con los que se 'comunica' por intermedio de su 'cuidador', Romeo Durscher, de la Universidad Stanford.

"El viaje de Camilla a la estratósfera nos dio una oportunidad para hablar a miles de personas sobre la tormenta de radiación", aseguró Durscher. En la parte exterior de su traje espacial Camilla llevaba un par de placas de radiación, similares a las que usan los técnicos en medicina y los trabajadores de las centrales nucleares para calcular las dosis. La hoy famosa ave de goma hizo en total dos vuelos, el 3 y 10 de marzo, en pleno apogeo de la tormenta, para que los alumnos pudieran hacer las comparaciones del caso.

Durante el primer vuelo, Camilla pasó 90 minutos en la estratósfera hasta que el globo explotó, como estaba previsto, y luego cayó en paracaídas con toda la carga útil inicial. Esta consistía en cuatro cámaras, un termómetro criogénico y dos rastreadores GPS. También se incluyeron siete insectos y dos docenas de semillas de girasol para poner a prueba su respuesta a un viaje hacia el espacio cercano.

En el segundo viaje el ave voló hacia el interior de la tormenta, que tuvo una fuerza tal, que las partículas que golpearon la atmósfera depositaron en tres días el calor suficiente para dar energía eléctrica a cada hogar de Nueva York durante dos años. "El perfil del segundo vuelo fue prácticamente idéntico al primero; perfecto para nuestro experimento", añadió Johnson. "Recuperamos la carga útil de un sitio de aterrizaje, cerca de Deep Springs, en California", concluyó.

Finalmente, los alumnos plantaron las semillas de girasol para analizar los efectos de la radiación en las flores, comparadas con otras normales. También disecaron los insectos, de los cuales ninguno sobrevivió, junto a otros usados antes en experimentos similares. Por otro lado, las placas de radiación de Camilla fueron enviadas a un laboratorio comercial para los análisis del caso. Los jóvenes no descartaron enviar al ave de goma en un próximo viaje de investigación, dependiendo de los datos que arrojen las pruebas.

Información de Ciencia@NASA. Edición y resumen de Sophimanía

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