A lo largo de todo el año, "aprender código" ha sido uno de los temas de moda en los medios. El ministro de Educación del Reino Unido, Michael Gove, anunció un plan para reemplazar de la currícula escolar de ese país las clases de nuevas tecnologías por un programa de ciencias de la computación. Los cursos actuales se centran en la "alfabetización digital", es decir, enseñar programas específicos de software como los procesadores de texto, sin embargo los cambios son un intento de llegar a un sentido más equilibrado de "alfabetización". Se espera que las personas no solo sean capaces de "leer" la tecnología, sino también de "escribir" con ella.

En el mundo de la computación, escribir con la tecnología significa explorar el universo de la programación. Para hablar un idioma con fluidez es necesario pensar en esa lengua, y lo mismo ocurre en este caso, no basta con aprender el vocabulario básico de los diferentes lenguajes de programación. Tenemos que entender cómo llegar a ideas que puedan adaptarse a la manera en que trabajan las computadoras y aprender a expresar nuestros pensamientos en el lenguaje de las máquinas. Estas son las habilidades que se necesitan hoy en día para innovar e inventar con las nuevas tecnologías.

La programación es relacionada a menudo con un trabajo de ingeniería de software, sin embargo cuando uno aprende a pensar en el idioma de la computación debería quedar claro que programar no es sólo ingeniería. Buena parte del trabajo consiste en hacer una escultura. Los datos, es decir el código, se modela como un pedazo de arcilla, se manipula, se explora, se siente entre los dedos, y se convierte en algo con significado. Es prácticamente lo contrario de la ingeniería, Es más como una disciplina artística: se comienza haciendo bocetos y después se trabaja sobre ellos hasta lograr una estructura final.

Pero a la hora de la verdad se necesitan ambas disciplinas, arte e ingeniería al mismo tiempo, así que la arquitectura sería una mejor analogía. Se trata de algo estético, pero con fundamento en la física, con fines prácticos pero también con intención artística. El código ya es parte de la arquitectura del mundo en que vivimos. Este lenguaje pone en marcha las finanzas, los negocios y el entretenimiento, está en nuestros hogares y en nuestros bolsillos, y como la arquitectura necesita gente que habite los edificios, el código no se puede separar de sus usuarios o de sus escritores.

Las computadoras y el código hacen el papel de prótesis, algunas sirven para aumentar nuestra memoria, almacenando información y recuperándola más de prisa, y otras sirven como esqueletos que amplían nuestras capacidades. En este caso lo especial de las prótesis radica en lo más profundo de la verdadera innovación, y no necesariamente en la habilidad que proporcionan para hacer las cosas más rápido. Nos permiten pensar ideas nuevas, no se trata de pensar lo mismo más rápido, sino de pensar cosas distintas, ideas que nunca habríamos concebido sin el código.

El aprendizaje de los más jóvenes debería girar en torno a cómo pensar en este nuevo mundo, y lo que es posible hacer en él, que cultiven un sentido del olfato y del equilibrio para vivir en este mundo asistido por el código. Siempre serán necesarios los ingenieros, pero también los artistas, periodistas o políticos que entiendan las prótesis y esqueletos de este mundo digital, que puedan usar las herramientas para despegar hacia mundos nuevos. Eso es lo que significa realmente vivir en un mundo asistido por el código: comprender qué significa usar las máquinas para poder pensar con ellas.

Información de BBC Mundo. Resumen de Sophimanía

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