El chofer Manuel Araya dijo sobre el tratamiento médico de Pablo Neruda: "Todo eran pastillas, no había inyecciones", para sobrellevar el cáncer que lo aquejaba. Sin embargo, estando internado en la clínica, horas antes de dejar Chile por sus discrepancias con la dictadura militar, estas habrían sido las últimas palabras a su esposa vía telefónica: "Vénganse rápido, porque estando durmiendo entró un doctor y me colocó una inyección".

Araya, chofer y ayudante del poeta por muchos años, había regresado junto a la esposa del escritor a su casa de Isla Negra luego de internar a Neruda en la clínica y confirmar que un avión enviado por el presidente de México lo recogería de ahí para su traslado al exterior.

Sin embargo, no llegó a tomar el avión pues murió súbitamente en la clínica Santa María horas antes de ser recogido, a las 22:30 del 23 de septiembre de 1973. Como causa del deceso se registró caquexia causada por un cáncer de próstata con metástasis.

En el 2011, basado en esa alusión a la inyección hecha por el poeta, Araya denunció que Neruda fue asesinado por agentes de la dictadura militar de Augusto Pinochet.

Para comprobar esta hipótesis, se ha emprendido una de las investigaciones de la ciencia forense más ambiciosas de los últimos años, pues se quiere comprobar si tal inyección se le aplicó, y si fue esa la causa de su muerte.

Araya no hizo la denuncia antes porque la esposa de Neruda se negó, ya que tenía miedo a la represión militar de esos años, y a que dañaran la memoria de su esposo. Sin embargo, en el 2011, en una entrevista Araya contó que el poeta había llamado a su esposa explícitamente para darle esa información. Con este testimonio, el Partido Comunista Chileno, al cual perteneció Neruda, presentó una denuncia; luego de varias investigaciones insuficientes, el juez del caso, Mario Carroza, ordenó exhumar los restos de Neruda, enterrados en su casa de Isla Negra, frente al mar.

El equipo de expertos a cargo de la exhumación lo conformaron médicos forenses, biólogos, odontólogos, antropólogos, especialistas en toxicología, radiólogos, químicos farmacéuticos e incluso un urólogo. Todos ellos son especialistas del Servicio Médico Legal de Chile (SML) y de la Universidad de Chile; además participan tres expertos españoles y la toxicóloga Ruth Winecker Jefa de la Oficina Médico Forense de la Universidad de Carolina del Norte, adonde se llevarán las muestras.

El doctor Patricio Bustos, jefe del equipo de investigación y director del SML, reveló que la exhumación fue menos complicada de lo esperado, pues si bien Neruda y su esposa fueron enterrados en el mismo lugar (ella murió en 1985), se encontraban en nichos separados, lo que facilitó el trabajo.

Los especialistas forenses cavan la tumba del poeta Pablo Neruda ubicada frente a su casa en Isla Negra y preparan la exhumación de sus restos. Foto de AP

Los exámenes apuntan a especificar el tipo de muerte: por un agente químico ajeno al cuerpo o por el grado de propagación de la metástasis. La clave para hallar la respuesta implicó especificar qué muestras oseás se analizarían con exámenes toxicológicos e histiológicos. Para ello, se siguió un proceso; los huesos fueron inventariados y rotulados, luego se hizo un perfil biológico de estos, para después analizarlos con lupa estereoscópica 3D.

El obstáculo en el análisis es el factor del tiempo. Han pasado casi 40 años y el cadáver está esqueletizado, lo que implica que apenas quedan tejidos en los restos para hacer un estudio histiológico. Esto impedirá, por ejemplo, confirmar lo dicho por Araya acerca de un manchón rojo en el zona del vientre del poeta. Cuando el chofer y la esposa de Neruda recibieron vía telefónica la noticia de la inyección, regresaron inmediatamente a la clínica; ahí, Araya sostiene haber visto una mancha en la zona ventral producto de la aplicación de la inyección.

El resultado final de la investigación aún está muy lejos. Luego de la exhumación y de los resultados de los análisis, cada especialista redactará un informe; luego, todos serán cotejados para redactar un informe final que incluya, de haber discrepancias entre los expertos, un informe pericial integrado. Para el antropólogo forense español, Francisco Etxeberría, miembro del grupo de investigación, "En este punto se alcanza una verdad pericial que es científica, pero la significación o trascendencia judicial no nos corresponde a nosotros".

Información de Materia. Version y edición de Sophimanía.

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